La Comunidad

Monasterio de San Julian de Samos · Abadía de Samos

Patrocinio de los Santos Mártires

Desde el siglo VIII los titulares de este monasterio, son dos mártires egipcios, San Julián y Santa Basilisa


A principios del siglo IV, Julián y Basilisa, pertenecientes a la nobleza, fueron obligados a casarse por sus familias, por asuntos políticos y económicos.  Nadie sabía que Dios ya les tenía reservado una misión más alta. Ellos supieron compaginar la vida de consagración a Dios, con la obediencia a sus padres, y tras la muerte de estos, roto el motivo de su unión, decidieron seguir su consagración monástica. Julián se retira al desierto donde primero tiene vida de ermitaño y posteriormente le rodea una comunidad de discípulos que desean vivir bajo sus enseñanzas la vida monástica. Basilisa, por su parte, vivirá la vida monástica junto con otras vírgenes, en oración y atendiendo huérfanos, viudas y toda clase de necesitados.

Pero tras unos años de paz vino la persecución, y los emperadores romanos volvieron a decretar la muerte para los cristianos, y mientras Santa Basilisa muere antes de dicha persecución, San Julián va a ser arrestado junto con sus compañeros, juzgado y martirizado. En ellos se conjugan las dos formas del martirio: la de la entrega total a Jesús callada desde el claustro monástico que hizo Basilisa (martirio blanco) y la donación a Jesús hasta las últimas consecuencias en la persecución, juicio y martirio que le tocó padecer a San Julián (martirio rojo).

En el altar mayor de la iglesia monasterial se veneran sus insignes reliquias traídas desde Roma. Desde allí han sido benéficos testigos del diario vivir de los monjes y devotos. Su fiesta se celebra el 9 de enero. Ese día, después de la Solemne Misa entre música, repique de campanas y retumbar de cohetes recorren en procesión los claustros de la que es su casa desde hace ya trece siglos. 

Patrona minus principalis o secundaria del monasterio es la niña mártir Santa Cristina cuya memoria se celebra el 24 de julio.

Durante los dos primeros siglos de su existencia en los lejanísimos siglos VI y VII, fue el Titular de esta Comunidad de varones consagrados el Salvador del mundo en su Misterio de la Transfiguración como nos recuerda el medallón que corona el soberbio retablo mayor de la iglesia.

Con la protección de los santos pero al fin por amor y gloria a Cristo, se formó este monasterio y sigue vivo casi dos mil años después. Iesus Christus heri et hodie ipse et in saecula.