El Signo recibe su nombre de la seña que da el abad en este lugar para entrar comunitariamente en la iglesia, es un recinto que consta de cuatro tramos de bóveda estrellada de estilo gótico similar a la del claustro de las Nereidas.
En el siglo XVIII esta antigua bóveda, fue trasladada de otro lugar. Unas pinturas al fresco de Juan Parés decoran sus muros con escenas de la vida de Jesucristo.
Bajo un ventanal curvo, podemos admirar una hermosa fuente barroca para el lavatorio de las manos, prescrito al sacerdote antes de celebrar la Misa.
La sacristía, construída durante el último cuarto del siglo XVIII es de planta octogonal en su interior. Se presenta cubierta por una cúpula semiesférica con airoso cupulino, y adopta la forma de cimborrio octogonal en su exterior.
La bóveda gallonada con casetones descansa sobre un tambor. Sostienen la cúpula, mediante un entablamento, arcos de medio punto volteados sobre recios pilares. Las pechinas están decoradas con unos triángulos curvos de madera con figuras en alto relieve, que representan a Jesucristo y las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) y cardinales (justicia, prudencia, fortaleza y templanza).
Ocupa el centro de la misma una hermosa mesa policromada del siglo XVIII, de diseño octogonal en consonancia con el plano de la sacristía y decididamente barroca.
Preside un retablo que custodia algunas de las reliquias del Monasterio, entre ellas un antiquísimo Lignum Crucis, una espina de la Corona del Señor, el fémur de San Benito, etc.